La motivación se inicia cuando las personas toman conciencia de alguna carencia que debe llenar o de algún desequilibrio que desea corregir. Sin embargo, aún cuando la necesidad objetivamente exista, no hay motivación. Esa necesidad se filtra a través de la cultura, que ofrece la sociedad, por lo tanto se convierte en un deseo específico. Ese deseo por satisfacer esta necesidad la localiza en su entorno organizacional. Por otra parte si no existiera un objetivo, el proceso motivacional se interrumpiría.
Una vez precisado este objetivo, nos queda alcanzar el incentivo en donde seleccionamos esta acción que nos conducirá hasta llegar a esa meta. Iniciamos una conducta dirigida persistiendo en ella hasta lograrlo y sintiéndose satisfecho por haber concluido su objetivo. En el caso de no ser así, impidiendo claramente el objetivo nos sentiremos frustrados y con la necesidad de volver a intentarlo, hasta conseguirlo.